viernes, 22 de enero de 2010

Limones de discordia en San Javier.

Dos ostias bien dadas a cada uno, sólo eso. Lástima no ser de la misma calaña, no poderme rebajar a ello.

¿Qué cuales son los hechos? Igual que siempre, a la salida del instituto ha estado la pandilla de descerebrados, entre veinte y treinta ratas de alcantarilla que se dedican a intimidar a los demás y a tratar de demostrarnos que la calle, igual que el pueblo, es de ellos. Como cada día, este conjunto de masas hormonadas y amagos de futuras personas que no llegarán a ser, se han vuelto a dedicar al robo de limones. Sí, eso, limones que luego se dedican a lanzar a lo largo de toda la avenida que va desde el Instituto de EDUCACIÓN Secundaria Ruiz de Alda hasta el Parque Almansa. Avenida por la que muchos de los estudiantes de este instituto marchan. Todo este barrio se ve día a día asaltado, ¿terror? NO, intimidación. Los abueletes que a esa hora solían salir a la calle ya no lo hacen, ¿por qué? Se arriesgan a recibir, al igual que los coches, que de pura costumbre ya están abollados, un limonazo. Yo no entiendo demasiado de física, ni de matemáticas, pero he aquí mi planteamiento:

Un limón del tamaño del puño de una persona de estatura media, lanzado con la velocidad que le pueda dar el bracito de un niñato mediocre... no sé cuantos newtons de fuerza deben de ejercer al golpear cualquier tipo de superficie, pero hay algo que sí tengo claro : hace DAÑO.

Se acabó, ya estoy harta, estoy cansada de que esa jauría de lobos, que solo se sabe envalentonar cuando van en grupo, que sólo atacan y muerden cuando están unidos, se aprovechen de las débiles leyes de este país, que les da la libertad de pelearse entre ellos, les da la libertad de robar limones de árboles que están dentro de casas particulares ( osea, que para cogerlos tienen que saltar la valla ), libertad que les deja hacer el cafre sin que nadie les reprima, que les permite hacer daño a los demás... . ¿Y entonces? ¿Acaso no tengo yo la libertad de decirles a la cara lo subnormales que me parecen todos y cada uno de ellos? ¿ Por qué no puedo soltarles sin temer que vengan a lapidarme a limonazos que son unos maleducados y que se merecen una buena ostia en sus casas? Claro...lo que yo debo hacer es bajar la cabeza o reír las gracias de dichos energúmenos sin educación ni futuro, como han aprendido a hacer el resto de gilipollas que para evitarse un buen golpe simplemente siguen la gracia.

Pues no. Hoy me he enfrentado, o al menos he gritado contra todo ese conjunto de * /noencuentrounapalabraquelosdescribasuficientementeeducadacomoparaponerlaaquí"* que ya basta, que dejen de hacer el imbécil y hagan algo productivo con sus vidas. ¿Su respuesta? Limonazos. ¿La respuesta de los demás testigos? Que se me ha ido la olla, que lo deje estar, que si les digo luego se van a ensañar más. ¿Qué entiendo yo de esto? Que este es un pueblo de cobardes, cobardes los que atacan en conjunto, cobardes aquellos quienes se dejan manejar, quienes no plantan cara a una situación injusta, quienes no se dan cuenta de la falta de respeto al resto de personas que esos engendros que ha criado nuestra sociedad están acometiendo contra todos los demás, y es que o estás con ellos, o eres su víctima. NO ESTOY DE ACUERDO.

Nunca he sido partidaria de la violencia, ni del hacer sin pensar y puede que sea cierto, que se me ha ido la olla, ¿pero es eso malo? ¿es malo pensar con el corazón?¿ con la idea que tengo de una sociedad perfecta? Es una lástima no poderles dar un guantazo a todos y despertarlos, hacerlos venir a una realidad y que se den cuenta de que nunca tendrán un futuro con ese comportamiento de animales, es una lástima que otro de mis ideales principales no me permita hacérselo ver por el método más inmediato.

Miento cuando digo que quiero marcharme ya de este instituto, alejarme del pueblo y de todos esos monstruos que lo componen, no pienso dejar a merced de unos descerebrados el entorno que me ha visto crecer y que yo a la vez he visto crecer. ¿Creen que el pueblo es suyo? No se dan cuenta de que en realidad, y para mi desgracia, ellos pertenecen tanto al pueblo como yo.