sábado, 15 de enero de 2011

¿Asustada? En realidad muerta de miedo.

Si duermes conmigo me falta espacio, pero qué ancha me parece la cama de noventa si no estás en ella.

Quizás sea contradictorio, pero creo que por ahora prefiero dormir en tu compañía, sentirme chiquitina bajo tu abrazo, apoyarme en tu pecho y pincharme con tu barba a primera hora de la mañana.

Me he acostumbrado a ti y me encanta.

sábado, 1 de enero de 2011

Sueño

Quizás fuera producto del alcohol y del delirio, en una de esas fases en las que aun uno no está durmiendo, pero tampoco está despierto. Sin embargo, creo que fue un largo sueño.

Anoche soñé con ellas, con todas. Estábamos sentadas alrededor de una robusta mesa de madera y conversábamos tranquilamente, como si nada hubiera pasado. Después la tensión se respiraba en el ambiente, tenía ganas de llorar y de gritar que no tienen razón – y no es que yo sea excesivamente cabezona, es que si se razonan las cosas desde más puntos de vista que el de la autarquía igual pueden captar el sentido completo de la situación.

Posiblemente quedó mucho sin decir, muchas palabras cargadas hasta arriba de sentimiento, de rencores: Palabras que simbolizan la extensión de una relación pútrida sometida a tracciones, torsiones y presiones y que al romperse ha salpicado su pus infectado a todos aquellos que la rodeaban.

Quisiera poder recordar exactamente las palabras que decía para decírselas –si se diese el momento adecuado- a la cara. Pero, como siempre pasa en los sueños; parte de nuestros anhelos y temores más internos, el fondo de nuestro subconsciente y la supura de nuestras heridas más profundas y escondidas, las olvidé nada más despertar. Pues eso, supongo que al final la ebriedad terminó de desatar en mi todo aquello.

Toda la culpa no es mía, por mucho que os empeñaseis en quitárosla toda de encima. Sin duda aun me queda mucho veneno por dentro, tanto que posiblemente si me muerdo la lengua me muero.