lunes, 7 de marzo de 2011

El día en el que te sumé a mi vida, sin darme cuenta me estaba dividiendo en dos. Me gusta estar sola casi tanto como estar tiempo contigo.

Puedo mentirme a mi misma y decir que a veces no estás de más, puedo mentirme a mi misma y decir que nunca te echo de menos. De hecho, podría calcularlo: sólo tengo que sumar lo que dices que me echas de menos a todo lo que niego que te extraño.

Posiblemente nuestra ecuación sea equivalente. Equivaliente. Valiente. Ninguno de los dos es valiente. Los dos corremos asustados a meternos bajo la sábana-bien solitos- en cuanto nos damos cuenta de que esto ya es más de lo planeado.

¡Qué bonito es estar solo, más aun si sabes que- aun así- estarás acompañado!