miércoles, 8 de diciembre de 2010

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Existen mil y una maneras de hacer complicado algo que es sencillo por definición.

Lo fácil. Lo fácil no es divertido; lo fácil no se hace de esperar, lo fácil no se quiere y no se valora.

Rizar el rizo. Deporte no federado de complicación cero. Todos decimos que lo evitamos. Todos caemos en practicarlo.

¿Quién me mandará a mi meterme en estos campos? Que sí, que por muy fáciles que parezcan las cosas al final pican, pican casi tanto como la hoja de la berenjena, lo que nos lleva a meternos en un berenjenal.

Y al principio la aventura parece divertida pero a medio campo ya te acuerdas de la madre que te parió y hasta del polvo que te trajo al mundo.

Volviendo al caso, o al hilo, o a esta retahíla de ‘decires’ sin sentido: No me lo esperaba, o sí me lo esperaba. O al menos me sorprende a medias y aun así me has dejado sin palabras, ya no sé ni lo que digo y los pensamientos me vuelan. Se me han roto las ideas y no encuentro el pegamento.

De las mil y una maneras que habían, has ido a escoger la peor, pero al final lo que más me cabrea es no poder enfadarme.

Voy a dar tres vueltas a la pata coja sobre mi misma y quizás después-si me encuentro entre éste lío de voces que no dicen nada- responda a tu juego.

1 comentario:

  1. Me gusta esta especie de conversación contigo misma.
    Espero que encuentres la salida ;)

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