domingo, 29 de enero de 2012

Arenas movedizas

Me llamas, por tercera vez consecutiva y yo me quedo inmóvil mirando el teléfono, de nuevo, sin saber qué hacer. No quiero volver a hablar contigo, al menos no hoy. En los dos tonos que tengo de espacio para responder sopeso los pros y los contras de coger el teléfono. ¿Pros? No te enfadarás. ¿Contras? Yo me enfadaré y me volverás a parecer absurdo.

Y sin embargo no entiendes las indirectas y te dedicas a no dejar que te saque ni un poquito de mi vida. Quizá necesito echarte un poquito de menos.

El teléfono sigue sonando y me pierdo en su música, como si de alguna manera ella fuera a sacarme un poquito de la realidad. Quizás puedo inventar alguna excusa para no contestar; sé que volverás a llamar.

¿Por qué no puede ser todo como era al principio? Tan fácil, tan sencillo, tan resplandeciente… tan tú por un lado y yo por el otro, cuando aún no había un nosotros, cuando a mí me gustaba que así lo fuera, cuando sabíamos que se iba a acabar. ¿Por qué decidimos no dejar que la historia tuviera su final?

El teléfono deja de sonar y siento un fuerte alivio. Ahora creo que debería haberlo cogido. Supongo que estarás enfadado, supongo que querrías volver a planearlo todo con puntos y comas, con todo detalle, como hemos planeado hace menos de una hora. Supongo que querrías revisar uno a uno los puntos que acabamos de acordar justo antes de que te fueras de mi habitación, como siempre.

El aparato vibra sobre la mesa y yo pego un bote con él. Recibo tu mensaje, un escueto “Llámame”. Dejo pasar un rato, dejo pasar mi propio enfado. No has hecho nada y lo sé, sólo estás siendo como eres, solo que ahora me molestan tus hábitos, tus formas, tus palabras, tus caricias. No sé por qué me molestan y no me dejas tiempo para averiguarlo.

Ya ha pasado un rato y creo que tengo fuerzas para llamarte yo. No he acabado de marcar cuando ya me llamas de nuevo. Enfadada tiro el móvil contra la cama. ¿Tiene que ser siempre todo a tu ritmo?


Hemos construido una fortaleza sobre arenas movedizas, ahora nos toca esperar a que se derrumbe sola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario